Todos tenemos derecho y estamos invitados a tener paz y felicidad en nuestras vidas, pero la responsabilidad de tomar las acciones para llegar a ese estado es individual, ¿quieres saber qué hacer para conseguir estas dos cosas?
A veces cuando leemos los grandes textos, cuando escuchamos a los grandes maestros como Babaji, Buda, Jesús, la Madre Teresa, Bhagawan, Francisco de Asís y muchos más, pareciera que estar 24/7 en esta experiencia no es más que un sueño o a lo mucho que es un regalo del que pocos tienen la gracia de encontrar. También hemos creído por mucho tiempo que encontrar la paz implica dejar a tu familia, tus bienes materiales, la vida que has construido, que es destruir todo lo que eres para llegar a una experiencia donde te dejas crecer el cabello, sólo vistes de blanco y caminas como si levitaras. Es cierto que habrá quienes necesiten dejar la vida conocida, cambiar su ropa, aspecto y que tal vez tengan la experiencia de levitar, sin embargo, no tiene que ser así para todos.
La práctica espiritual se trata de soltar aquello que nos impide ser conscientes de nuestra naturaleza divina, dejar aquello que nos daña y que sólo nos aleja de nuestra esencia. De eso se trata la práctica espiritual; de transformar todo hábito, relación, emoción y pensamiento que nos aleje de quien realmente somos.
En nuestra cultura hemos acuñado la idea de que la espiritualidad es sacrificio y realmente no hay nada que sacrificar, más bien hay un Todo que honrar. Ser espiritual no es tener una vida de miseria y sufrimiento, todo lo contrario, se trata de darnos cuenta de la miseria a la que nos hemos acostumbrado y amar en totalidad todos los regalos que la vida pone frente a nosotros en cada momento.
Asimismo en la vida, cada cosa tiene su momento, su lugar, así como dejaste ir los zapatos cuando niño, hoy deja ir tu dolor, tus resentimientos, tus ideas limitantes, tus juicios, tus miedos, tus expectativas, deja irlo todo, suelta y comienza a abrazar el momento presente, de otra manera, si te sigues aferrando a todo ello, como a los zapatos viejos, sólo te lastimarás.
Practica, practica y vuelve a practicar, dedica tiempo de tu vida a encontrarte, a saber quién eres, a expandir tus ideas de lo que es posible y entonces tendrás algo que aportar a la vida. Suéltate y todo vendrá, y cuando menos te des cuenta un día voltearás, sonreirás y sabrás que ya sólo vives en paz.
Namaste,
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