Como aspirantes a profesores de yoga, forma parte de nuestra formación tener conocimientos básicos de Anatomía (junto con la Filosofía de artículos anteriores), además de Ayurveda, Yoga Mental, Pranayama y por supuesto, detalles de las Asanas de yoga con sus beneficios y posibles inconvenientes.
Me gustaría hacer hincapié en un pequeño detalle de la médula espinal…
¿Dónde la ubicamos? El Sistema Nervioso está dividido en dos: Sistema Nervioso Central (SNC) y Sistema Nervioso Periférico (SNP). El Sistema Nervioso Central está formado por el encéfalo y la médula espinal (más incorrectamente “cerebro” y “columna vertebral”). La diferencia es que cuando decimos “encéfalo” abarcamos mucho más: los dos hemisferios cerebrales, el tálamo, el hipotálamo, el puente, el bulbo raquídeo…
Pero me gustaría dar una pincelada de la médula espinal: está dentro de la columna vertebral y protegida por ella, tiene una forma redondeada y el grosor de tu dedo meñique, aproximadamente. En ella se insertan los nervios espinales y podemos decir que está dividida en 3 segmentos: el cervical, el torácico y el lumbar. El grosor de la médula espinal varía según el segmento en el que esté; así, es más gruesa en la cervical y en la lumbar porque necesitamos refuerzo en estas zonas para que los nervios enlazen los brazos y las piernas. También, la médula espinal es más corta que la columna vertebral. Acaba más o menos en la zona lumbar y a partir de ahí hasta el sacro forma lo que se llama “cola de caballo”, que son una serie de nervios con una forma más o menos como ésta.
“Gracias médula espinal” que recibes sensaciones neuronales lejanas desde los órganos, las extremidades, las procesas y haces que reaccionemos adecuadamente; también gracias por ayudarnos a actuar con “reflejos” y reacciones inmediatas a algo exterior que nos pueda perjudicar (si nos quemamos, nos pinchamos, si tenemos que huir, etc), por enviar las órdenes necesarias para que nuestros músculos y esqueleto se muevan, gracias por transmitir información básica del tipo “siento frío, hambre, sed, deseo sexual…”, por ayudarnos a hacer cualquier movimiento como levantar los brazos, andar, pestañear, reír, etc. Y todo esto, dicho así, en pocas palabras, como si fuera una cosa sencilla, fácil, como si supiéramos que siempre va a ser así… hasta que un día algo nos duele, nos falla, no reacciona como siempre lo ha hecho. Y entonces, ¿qué hacemos?
Hay varias posibles soluciones: practicar ejercicio (y desde luego mucho yoga) antes de que un día notemos que apenas podemos movernos; pensar en positivo; aprender a respirar bien (inspirar y espirar tomándonos nuestro tiempo, inspiraciones y espiraciones largas y lentas); sentarnos a meditar (o mejor dicho, a intentarlo… podemos aprender a relajarnos respirando con consciencia) y vigilar lo que comemos (repasar artículo de este blog “Pequeños grandes cambios-efecto mariposa”).
Sé agradecido con tu médula espinal y con tu cuerpo entero. Pasad feliz día…
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